lunes, 11 de marzo de 2013

Nunca es demasiado. cap 1.

Tener un trabajo sucio tiene sus ventajas.

Nadie te pide explicaciones cuando decides desaparecer quince días.

Iba a ser muy extraño, ser una persona normal, no disimular, no imitar; serlo.

Recogí a la pelirroja en un bar del centro, le imploré que una maleta pequeña, nada de ropa, nada de zapatos. Sólo lo imprescindible.

Se montó en el coche y como siempre, como nuestros últimos encuentros, empezó ella a hablar, hablaba de sus amigas, al parecer estaban encandiladas por ese hombre de coche negro, con ciratices y marcas por todo el cuerpo, que si me las tenía que presentar, que no creían que existiera de verdad, etc.

Conduje, conduje horas, mientras acariciaba sus muslos, me lo puso fácil, una valda volada de seda, donde mi mano se podía perder muslo hacia arriba, acariciando su monte de venus.

Cada vezmás caliente, cada vez más deshinibida.

Llegamos a aquella casa rural, entre montañas, cerca de un rio.
El lugar perfecto para descuartizar a una persona, nadie oiría los gritos.

Algo así era mi plan.

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