La mordaza en la boca, sin poder gritar, ni gruñir, ni morder.
Tú si que sabes torturame.
Una leve sonrisa se dibuja en mis ojos al recordar mis días de calabozo, principiantes.
Como apagas tus cigarrillos en mi pecho, buscando el hueco sin tintar.
Como me destrozas con tus palabras apenas pronunciadas en mi oído.
Se me estremece el alma.
Un golpe rápido, seco, contundente, mi cara se gira, aguanto estoico el dolor, no quiero mostrarte mis debilidades, es nuestro juego.
Por fin me quitas la mordaza, te abres de piernas delante mia, sigo de rodillas, y comienzo a beber.
Me deleito saboreando la cereza de la vida.
23 minutos de bacanal banquete.
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