viernes, 8 de marzo de 2013

Mármol. Cap 3.

Ser un tipo callado nunca fue una elección.
No por que pensara que lo que fuera a decir no fuera interesante o importante.
Simplemente nunca he disfrutado de un público que mereciera la pena.

Eso me achacó tener fama de tío discreto y prudente, yo, el más temerario de los mortales, yo que volé hacia el sol hasta que mis alas se derritieron.

Me encargaron un trabajo especial, de chofer, llevar a un tipo de esos importantes, tan importante que nadie sabía quien era, no figuraba en ninguna lista, ni en nigún comité asesor, ni si quiera en la prensa nacional.
Esas personas que controla el mundo, que con un sólo chasquido de dedos, puede provocar guerras o arrasar paises.

Para mí no era más que otra fuente de ingresos.
Llevarlo, traerlo, asegurarme de que nadie nos siguiera, no llamar la atención, no hablar.
Lo que mejor se me daba.

Ella me enseñó a mirar a los demonios a los ojos sin miedo, este no no era más que un pobre mortal.

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Las calles atestadas de gente me aprecian vacías. Tan llenas de gente, tan vacías de vida.
Todo era tan extraño, tan carente de importancia, tan irrelevante.

Mi nombre no era más que un número de cuenta donde cada 4 días hacía un ingreso.

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