Antaño barro, más tarde piedra, luego un buen trozo de mármol.
Esculpido, en la calle, es cuartos lúgubres, en gimnasios de barrios marginales, en hoteles, y ahora, ahora la obra casi está terminada.
Como el escultor que sueña que su obra magna va a echar a volar.
Así me encontraba yo, triste, triste y sólo.
Como un perro obediente y muy bien domesticado al que el universo obliga ser libre.
Sin saber que hacer.
Asústado, un temor que proviene de los más profundo.
Del abismo más negro y vacío.
Una vez conocido el paraiso de la mano de ella, me encuentro sólo, como un pájaro que remonta su primer vuelo.
Ya no hay a quien buscar, ya no hay a quien obedecer, ya no hay a quien temer, ... más que al abismo.
__________________________________________________________________________________
Me intalé en uno de esos sucios moteles, como los que me obligó a abandonar, para comenzar desde cero, desde un paso más atrás de donde me dejó.
Busqué trabajo en una empresa de seguridad, ló único que he aprendido en estos últimos tres años ha sido es a encajar golpes.
Por la noche seguía yendo a los gimansoios habituales para hacer de esparring.
Me sobraba tiempo para pensar, ese era mi abismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario