miércoles, 6 de marzo de 2013

De madrugada.

Muy borrachos, esos si lo recuerdo.
Ibamos cuatro o cinco personas en el coche, y entramos en el 24 horas a comprar más bebida.
Nos dirigimos a una casa, seguíamos en la playa, eso si lo recuerdo.

Éramos tres mujeres y dos hombres, la noche se presentaba bien.
Dos de las mujeres, hicieron exhibición de su desibinición, a ver como quedaba la cosa, que no fuera agua de borrascas.

Mi compadre iba completamente borracho, yo dudaba de que pudiera hacerme de lancero, pero tenía un plan B.

Yo tenía mi fija puesta en mi presa, me miraste a los ojos y leíste lo que llevaban escrito a sangre en ellos.


Empezaste a besar a una de las chicas, la más suelta de las dos, la cosa hizo gracia los primeros quince minutos, después, cuando intetamos desnudarlas, se asustaron, entre sollozos se fueron corriendo a la calle.

Mi compadre no se percató de la jugada, ya que llevaba un rato durmiendo en el sofá, me tocaba actuar, lo desperté.

- Eh! eh! tú, despierta, que nos toca actuar.

Apenas levantó la cabeza y me miró extrañado, eran las primeras palabras que salieron de mi boca esa noche y se flipó, lo mismo creía que era mudo.

Mientras le hablaba iba preparando las rallas, una tras otra hasta el infinito.
Una coca buenísima que me ajencié previsor de mi.

Me miro a los ojos y luego mis manos, se incorporó, este juego ya le gustaba más.
Se iba metiendo una ralla tras otra, sin preguntar a los demás, claro, nadie quería.

Se fue animando, yo le preparé una copa, tú te pusiste cómoda.

Cuando entraste en la habitación, semi desnuda, yo me puse en pie y empecé a quitarme la ropa, él me miró asustado y le dije que se desnudara.

Lo cogi de la pechera con violencia, como sé que te gustaba, le tuve que empezar a arrancar yo la camisa.
Pusiste de tu parte y comenzaste a lamerle el rabo a él, costó, pero al final la sangre llegó donde tenía que llegar.
Yo te lamia a ti, por todas partes, como me enseñaste.
Primero te hice lubricar, luego pasé a la puerta de atrás.

Gemiste, pocas veces te había oido gemir antes de penetrarte, apreté tus muslos con mis dedos, intruduje más la lengua, me recreé en tu ano, bien salivado.

Estabas más que preparada, mi compadre no sabía si todo aquello era un sueño.
Ahí mismo, de pié, te penetramos a unísono.
Era un baile a tres  que no terminaba nunca.

Tuvimos que parar dos veces para que mi socio recargara fuerzas por la nariz.

Seguimos llenándote hasta que ninguno de los tres pudimos más.
Te bañamos en semen mientras reías.

Nunca te odié tanto.


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