martes, 5 de marzo de 2013

Estoy cansado.

Estoy cansado.
Llevo caminando varios días bajo la lluvia, empapado, derrotado.
Mi cráneo liso, como de una calavera, desprende calor, algo debe de haberse quemado allá dentro, ¿otro fusible?

Entro a una sucia habitación de motel, son todas la misma, en distintos sitios, en distintas ciudades, pero son todas la misma.

Mi primera mirada es hacia la cama, y no estás, en la ventana tampoco, parezco decepcionado.

Dejo mi petate en el suelo, suena a metálico, las cadenas pesan.

Enjuago la ropa sudada, camino con sólo una toalla a mi cintura, hace frío, lo noto bajo mis pies, mi cuerpo está duro, dolorido, tenso.

Me echo a dormir.

Me despierto en mitad de la madrugada, no lo puedo soportar, esta adicción es demasiado fuerte y te salgo a buscar.
Recorro kilómetros y kilómetros, dejó de llover y queda una clara noche de suelos mojados, de charcos multicolores.

Llego bajo esa ventana, con la luz apagada, hoy me va a dar igual.

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