domingo, 10 de marzo de 2013

Carne nueva, sangre fresca. Cap 3.

Llegué al cuarto del apartahotel mientras amanecía, con unos cruasanes recién hechos.
Esa mañana tuve que correr dos kilómetros más de lo habitual para encontrarlos, pero no me vino mal.

Ella seguía durmiendo, o al menos eso creía yo.
Ella seguía en la cama, desperezándose... no, se estaba tocando.
No me oyó en entrar. Eso me excitó.

Me quedé desde la puerta mirando.
Un precioso cuerpo esculpudio de veintitantos.
A su lado podría pasar por su padre.

Piel fina y suave, morena al sol.
Su mano derecha recorría su cuerpo,simulando las manos de otro, su mano izquierda dibujaba círdulos en su clítoris, sus dedos se alejaban unos segundos y se intriducián en su vagina, brillante y reluciente, empapada, abierta, esperando.

Yo miraba, la sangre me emebazaa alatir en la sien.
Me quité la ropa sudada, y también me acaricé.

Seguía con los ojos cerrados, sus manos se movían como por impulsos eléctricos, su espalda se arqueba, debía de faltarle poco, entré.

Al principio no me sintió, pero mis manos recorrieron esos firmes muslo ya empapados por su cara interior.
Mi lengua fue subiendo desde sus pies, lentamente, mordiendo su piel.

Mis manos la asían firmemente, la atraís hacía mi.
Bebí sus jugos, lamí su monte de venus lentamente, muy lentamente, dolorosamente lento.
Mi legua jugó con su clítoris, extremadamente inflamado, delicadamente, como quien saborea un pétalo de rosa, mis diente los sujetaros y soltó un grito sordo, miles de descargar eleéctricas le recorrieron en un segundo.
No quería correrse, se resitía, pero yo sabía hacer. Mis dedos buscaron sus orificios meintras mis labios no paraban.

Gritó, gritó como alguien que se le escapa la vida, gritó como quien nace, se retorció quemando sus últimas energías.

Yo la miré a los ojos y dije.

-¿Desayunamos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario