Mi sangre tóxica, espesa, no quiere avanzar, no quiere corer.
Hoy tengo ganas de llorar.
Me miro al espejo una y otra vez y no me conzoco.
Me pregunto, me mimo, me acaricio, me beso.
No tengo ganas de nada.
Sólo de llorar.
Hoy es el primer día.
Me siento cansado, viejo, agotado, vencido.
Salgo a la calle, a bsucar dragones contra los que batirme.
MI LUCHA CONTRA MI
Pensamientos divergentes, de una mente en contracción.
sábado, 6 de mayo de 2017
sábado, 11 de marzo de 2017
Saliendo del letargo.
Y el lobo abandona la helada cueva en lo alto de la montaña, bajanado, despacio, hacia en bosque, hacia el valle, buscando la humedad del rio de la vida.
La nieve aún en su pelaje y un invierno duro y frío, no han mermado su deseo.
El deseo de volver a saborear la carne tierna y dulce que ya saboreó.
En sus pupilar tatutadas imágenes que le acompañan en sus develos de madrugada, cuando solitario, auya a la luna, mirandola fijamente, conversando con ella de tú a tú.
El deseo y la energía son infinitos, y un sólo segundo de recuerdos, alimentan días enteros de errar caótico por la oscuridad.
La nieve aún en su pelaje y un invierno duro y frío, no han mermado su deseo.
El deseo de volver a saborear la carne tierna y dulce que ya saboreó.
En sus pupilar tatutadas imágenes que le acompañan en sus develos de madrugada, cuando solitario, auya a la luna, mirandola fijamente, conversando con ella de tú a tú.
El deseo y la energía son infinitos, y un sólo segundo de recuerdos, alimentan días enteros de errar caótico por la oscuridad.
domingo, 20 de noviembre de 2016
Hay cosas que nunca se olvidan.
Hay cosas que nunca se olvidan.
Ni se quieren olvidar.
Hay cosas que se reviven en sueños, despierto, terso y con el corazón en la mano, latente.
Aún recuerdo la piel, la saliva, los labios, la carne, el sudor.
¿Deseo?
Todo.
Ni se quieren olvidar.
Hay cosas que se reviven en sueños, despierto, terso y con el corazón en la mano, latente.
Aún recuerdo la piel, la saliva, los labios, la carne, el sudor.
¿Deseo?
Todo.
lunes, 24 de octubre de 2016
El tiempo no existe.
Las lunes se suceden, las hojas inundan los suelos, el frio llega, el calor me abrasa.
Los días pasan, pero el tiempo no existe cuando el deseo lo adueña todo.
Veo su piel en todas las pieles, noto su sabor en todas las carnas, su olor me embriaga, en todas las noches.
Mi alma de animal no deja de palpitar, buscando el momento de volver a clavarle los dientes, el deseo nunca a aminorado, solo estaba latente, hibernando, descansando, buscando el momento para volver a saltar a atacar.
Mis sueños son poblados por cientos de perversiones, agazapadas, esperando para convertirse en realidad, un ensueño del que me resistos a salir.
Los días pasan, pero el tiempo no existe cuando el deseo lo adueña todo.
Veo su piel en todas las pieles, noto su sabor en todas las carnas, su olor me embriaga, en todas las noches.
Mi alma de animal no deja de palpitar, buscando el momento de volver a clavarle los dientes, el deseo nunca a aminorado, solo estaba latente, hibernando, descansando, buscando el momento para volver a saltar a atacar.
Mis sueños son poblados por cientos de perversiones, agazapadas, esperando para convertirse en realidad, un ensueño del que me resistos a salir.
martes, 23 de agosto de 2016
Dios, día, hora.
La piel siempre es piel, la sangre siempre es sangre, la saliva siempre es...
Lo único que me interesa es la pasión, el deseo, más que la estética.
A nadie le amarga un dulce, pero el placer terrenal tiene más sentido espiritual que cualquier rezo religioso.
Apago las noches, como si tuvieran interruptor, mis oraciones ya han sido cantadas, abluciones, vasito de leche y cuando mis ojos se cierran, el universo se apaga.
Correr con los ojos cerrados.
Que gran placer.
Lo único que me interesa es la pasión, el deseo, más que la estética.
A nadie le amarga un dulce, pero el placer terrenal tiene más sentido espiritual que cualquier rezo religioso.
Apago las noches, como si tuvieran interruptor, mis oraciones ya han sido cantadas, abluciones, vasito de leche y cuando mis ojos se cierran, el universo se apaga.
Correr con los ojos cerrados.
Que gran placer.
martes, 29 de marzo de 2016
Lo único que oí.
Llegó cuando ya había despuntado el sol.
Yo no había podido dormir en toda la noche.
Solo le oí decir, con un insignificante y gélida voz, "úsame".
Como una orden, como una súplica.
Dejé de oír, mi sangre empezó a mezcrarse con la adrenalina.
La vena que late por dentro de mi sien se puso a mil.
Y ese lobo que estaba durmiente, se activó, con la palabra mágica, que muy pocas conocían.
Mis colmillos se afilaron, y boca empezó a salibar.
Músculos que estaban en barbecho entrarón a la acción.
Empezó el juego.
miércoles, 16 de marzo de 2016
Su mirada me mata.
Llegué más cansado de lo habitual, siempre había sentido predilección por ese antro, por sus paredes asfixiantes, por sus taburetes viejos y cómodos, por esa barra eterna, compañera de penas y de algunas alegrías.
Me senté por inercia en el rincónd e siempre, ella estaba allí, sentada, bebiendo whisquy con hielo, miré a mi camarero favorito, que con su voz ronca me preguntó qué quería.
Miré su copa y pedí otro.
Siempre meha gustado tarminar la noche con ese sabor a madera quemando la garganta.
Esa noche sería el comienzo.
Ella ni siquiera se inmutó, miraba más allá de la barra, de la pared, su mirada estaba fija a mil kilómetros de aquél oscuro antro.
Yo la miraba, la analizaba, la estudiaba, había algo en ella eterno, más tenebroso que el beso de la muerte, me inquietó. Me erizó, me sentí intrigado.
No la veía gesticular, ni moverse lo más mínimo, de vez en cuando le daba un sorbo corto a su vaso, yo me moría por dirigirle la palabra, pero ese no era mi estilo.
Giro la cabeza y me miró como si fuera la primera vez que se percatara que estaba allí, se sonrió.
Su mirada fria me atravesó, me quedé helado, como nunca antes me había pasado.
Me senté por inercia en el rincónd e siempre, ella estaba allí, sentada, bebiendo whisquy con hielo, miré a mi camarero favorito, que con su voz ronca me preguntó qué quería.
Miré su copa y pedí otro.
Siempre meha gustado tarminar la noche con ese sabor a madera quemando la garganta.
Esa noche sería el comienzo.
Ella ni siquiera se inmutó, miraba más allá de la barra, de la pared, su mirada estaba fija a mil kilómetros de aquél oscuro antro.
Yo la miraba, la analizaba, la estudiaba, había algo en ella eterno, más tenebroso que el beso de la muerte, me inquietó. Me erizó, me sentí intrigado.
No la veía gesticular, ni moverse lo más mínimo, de vez en cuando le daba un sorbo corto a su vaso, yo me moría por dirigirle la palabra, pero ese no era mi estilo.
Giro la cabeza y me miró como si fuera la primera vez que se percatara que estaba allí, se sonrió.
Su mirada fria me atravesó, me quedé helado, como nunca antes me había pasado.
domingo, 28 de febrero de 2016
La Guarida del Lobo
Cuando el invierno ataca, con sus vientos, sus heladas, su blanco sucio ensuciando la pradera.
Es hora de refugiarse, disfrutar de lo cazado, de lo vivido, de lo trabajado.
Uno lame sus cicatrices, peinas sus canas, revisa y repasa su artillería.
Sonriente y cálido me hayo, seguro y cansado.
Lamo mis heridas, me recuesto dolorido.
Recuperando fuerzas, para volver a salir a cazar.
Es hora de refugiarse, disfrutar de lo cazado, de lo vivido, de lo trabajado.
Uno lame sus cicatrices, peinas sus canas, revisa y repasa su artillería.
Sonriente y cálido me hayo, seguro y cansado.
Lamo mis heridas, me recuesto dolorido.
Recuperando fuerzas, para volver a salir a cazar.
lunes, 22 de febrero de 2016
Donde menos te lo esperas.
El arte siempre ha sido un lugar donde refugiarse.
Una exposición rodeado de gente guapa, rica e importante.
Yo allí, con mis zapatos sucios y mis colmillos relucientes.
Me paseo con una copa en la mano, una media sonrisa y poca conversación, me gutsa escuchar, escuchar mientras analizo.
Ella me habla, con una enorme sonrisa, no deja de tocarme, yo no reacciono, pero la miro fijo a los ojos. Por fin le regalo una sonrisa, apuro mi copa y me dirijo hacia la puerta.
Llegamos a uno de mis antros, olvidado, lleno de nadie, pido algo en botella, ella me sigue el juego.
Y decidimos perdernos en otro agujero más atestado de gente, donde la depravación camina sin correa, baila, juega, tontea con mujeres y con hombres, yo desde lejos observo.
Me arrastra a mi guarida, no es hora de hacerle más kilómetros al asfalto.
Soy un caballero, le cedo mi catre, ella me viene a buscar, me desnuda levemente y vemos amanecer entre saliva, sudor y marcas de dientes.
Me gusta el arte y más si tiene cuerpo de mujer.
Una exposición rodeado de gente guapa, rica e importante.
Yo allí, con mis zapatos sucios y mis colmillos relucientes.
Me paseo con una copa en la mano, una media sonrisa y poca conversación, me gutsa escuchar, escuchar mientras analizo.
Ella me habla, con una enorme sonrisa, no deja de tocarme, yo no reacciono, pero la miro fijo a los ojos. Por fin le regalo una sonrisa, apuro mi copa y me dirijo hacia la puerta.
Llegamos a uno de mis antros, olvidado, lleno de nadie, pido algo en botella, ella me sigue el juego.
Y decidimos perdernos en otro agujero más atestado de gente, donde la depravación camina sin correa, baila, juega, tontea con mujeres y con hombres, yo desde lejos observo.
Me arrastra a mi guarida, no es hora de hacerle más kilómetros al asfalto.
Soy un caballero, le cedo mi catre, ella me viene a buscar, me desnuda levemente y vemos amanecer entre saliva, sudor y marcas de dientes.
Me gusta el arte y más si tiene cuerpo de mujer.
miércoles, 10 de febrero de 2016
Mi mayor depravación.
Nunca me he considerado un anormal, un enfermo, un fetichista extremo.
Tengo mis gustos, como no, mis preferencias, mis hoquedades preferidas, mis tempos, mis aperos...
Pero a veces, cuando me masturbo emocionalmente, practico mi mayor depravación, que es la abstiencia.
Mujeres cruzan sus miradas con mis ojos de lobo, aparto la mirada líbida y clavo mis ojos frios como colmillos.
Mientras mis pensamientos vuelan, mis manos ya no juegan.
Depravado, que soy un depravado.
Tengo mis gustos, como no, mis preferencias, mis hoquedades preferidas, mis tempos, mis aperos...
Pero a veces, cuando me masturbo emocionalmente, practico mi mayor depravación, que es la abstiencia.
Mujeres cruzan sus miradas con mis ojos de lobo, aparto la mirada líbida y clavo mis ojos frios como colmillos.
Mientras mis pensamientos vuelan, mis manos ya no juegan.
Depravado, que soy un depravado.
lunes, 4 de enero de 2016
Violencia.
Dicen que la violencia nunca está justificada.
Y estoy de acuerdo.
Pero lo que pasa en la alcoba no entiende de normas, ni de leyes, ni de moral.
Sobre todo si es consentido, si es buscado.
Control.
Perder el control.
Dejarse llevar.
Abandonarse.
Fluir.
Perro viejo no aprende trucos nuevos.
O si.
Mis ojos brillan en la oscuridad, mi boca saliva en silencio. Mis músculos se tensan bajo mi piel.
Cuando la temperatura empieza a subir.
Te veo entrar levitando en el cuarto.
Te sigo con la mirada.
Me miras a los ojos. Ves mis puños cerrados con fuerzas.
Me encanta cuando sin hablar ambos sabemos lo que va a pasar. Sabor a carne humana y miel, mismanjares favoritos. Busco un tesoro entre tus piernas, recibiendo espoladas en mi espalda, yo contraresto moridiendo tus muslos. Agarro tu culo con tal fuerza, que temo atravesar tu piel con mis dedos. Alguno se introduce incluso en tu carne, sin herir demasiado.
Te agarro del brazo como queriéndote tirar por la ventana, y te vuelco, con extrema violencia te pongo boca abajo, creo haberte oído pedir suavidad, de mi colmillo cuelga una pequeña gota de tus fluidos, tal vez saliva, tal vez sangre. Oígo metálico en mi cabeza y te penetro el ano, poco a poco, sin parar, casi explotando en la primera enbestida.
Veo como te retuerces, no se diferenciar si de dolor o de placer, creo que de las dos cosas, pero ya no soy duelo de mi, es el animal quien ordena mis movimientos, militricamente calculados.
El semen resbala por tus muslos, agotado desplomado sobre ti, no dejo que escapes, casi ni respirar, mi bocado aún atrapa tu carne, te retuerces de dolor, de placer, de éxtasis.
Y estoy de acuerdo.
Pero lo que pasa en la alcoba no entiende de normas, ni de leyes, ni de moral.
Sobre todo si es consentido, si es buscado.
Control.
Perder el control.
Dejarse llevar.
Abandonarse.
Fluir.
Perro viejo no aprende trucos nuevos.
O si.
Mis ojos brillan en la oscuridad, mi boca saliva en silencio. Mis músculos se tensan bajo mi piel.
Cuando la temperatura empieza a subir.
Te veo entrar levitando en el cuarto.
Te sigo con la mirada.
Me miras a los ojos. Ves mis puños cerrados con fuerzas.
Me encanta cuando sin hablar ambos sabemos lo que va a pasar. Sabor a carne humana y miel, mismanjares favoritos. Busco un tesoro entre tus piernas, recibiendo espoladas en mi espalda, yo contraresto moridiendo tus muslos. Agarro tu culo con tal fuerza, que temo atravesar tu piel con mis dedos. Alguno se introduce incluso en tu carne, sin herir demasiado.
Te agarro del brazo como queriéndote tirar por la ventana, y te vuelco, con extrema violencia te pongo boca abajo, creo haberte oído pedir suavidad, de mi colmillo cuelga una pequeña gota de tus fluidos, tal vez saliva, tal vez sangre. Oígo metálico en mi cabeza y te penetro el ano, poco a poco, sin parar, casi explotando en la primera enbestida.
Veo como te retuerces, no se diferenciar si de dolor o de placer, creo que de las dos cosas, pero ya no soy duelo de mi, es el animal quien ordena mis movimientos, militricamente calculados.
El semen resbala por tus muslos, agotado desplomado sobre ti, no dejo que escapes, casi ni respirar, mi bocado aún atrapa tu carne, te retuerces de dolor, de placer, de éxtasis.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
Su fría piel cálida.
La recordaba como una gatita con pinta de leona,... o más bien una leona con pinta de gatita.
En todo caso un gran felino con apetito como para deborarme, pero que si sabía como tratar, no dejaría de ronronear.
Esos encuentros me encantaban, pocas palabras, mucha saliva y enseguida nos sobraba toda la ropa.
Recorrer un cuerpo interminable, que vibraba a cada caricia, oirla sonreir, cada vez que le clavaba mis dientes, sendientos de fluidos.
Me encanta sentir sus preciosos muslos retorcerse entre alrededor de mi cabeza, sus gemidos me despiertan un hambre atroz.
Agotado, tras un largo rato de "pelea" más cansado de lo que suelo estar, la enfermedad, la falta de horas de sueño, la fiebre, y varios días seguidos castigandome; hacen que ya no sea esa fiera que no hace tanto era. Aún así, no dejo trabajo sin terminar.
Recorrer su fría piel me da calor, enredarme en los rizos de su piel me estremece, ver su sonrisa pedir más, y más, y más; me da la fuerza y la sed.
En todo caso un gran felino con apetito como para deborarme, pero que si sabía como tratar, no dejaría de ronronear.
Esos encuentros me encantaban, pocas palabras, mucha saliva y enseguida nos sobraba toda la ropa.
Recorrer un cuerpo interminable, que vibraba a cada caricia, oirla sonreir, cada vez que le clavaba mis dientes, sendientos de fluidos.
Me encanta sentir sus preciosos muslos retorcerse entre alrededor de mi cabeza, sus gemidos me despiertan un hambre atroz.
Agotado, tras un largo rato de "pelea" más cansado de lo que suelo estar, la enfermedad, la falta de horas de sueño, la fiebre, y varios días seguidos castigandome; hacen que ya no sea esa fiera que no hace tanto era. Aún así, no dejo trabajo sin terminar.
Recorrer su fría piel me da calor, enredarme en los rizos de su piel me estremece, ver su sonrisa pedir más, y más, y más; me da la fuerza y la sed.
martes, 17 de noviembre de 2015
Una puerta que se cierra, una ventana que se abre.
Correr a oscuras es uno de mis deportes favoritos.
Es un suicidio en potencia, una ruleta rusa de la vida.
A veces la huída hacia adelante es lo más inteligente y suicida que se puede hacer.
Nunca termina nada, solo cambian las cosas, las situaciones, las circunstancias.
Una canción pesada suena en el transistor.
Conduzco cansado, no sé hacia donde, pero conduzco sin detenerme.
Agotado, cansado, buscándote, una vez más.
Es un suicidio en potencia, una ruleta rusa de la vida.
A veces la huída hacia adelante es lo más inteligente y suicida que se puede hacer.
Nunca termina nada, solo cambian las cosas, las situaciones, las circunstancias.
Una canción pesada suena en el transistor.
Conduzco cansado, no sé hacia donde, pero conduzco sin detenerme.
Agotado, cansado, buscándote, una vez más.
Piel
Una de mis pesadillas más recuerrentes, a la que suelo vovler cada vez que me siento sucio y miserable, es el contacto con tu piel.
Recuerdo las frías noches donde lo hacíamos todo arder.
Un par de copas de vino y una manta en el suelo. No hacía falta más.
La batalla siempre terminaba igual.
Tumbados, boca arriba, sedientos, agotados, heridos, satisfechos.
Tu piel es mi mayor veneno.
Recuerdo las frías noches donde lo hacíamos todo arder.
Un par de copas de vino y una manta en el suelo. No hacía falta más.
La batalla siempre terminaba igual.
Tumbados, boca arriba, sedientos, agotados, heridos, satisfechos.
Tu piel es mi mayor veneno.
Tinta, sudor y piel.
Boca-abajo, para que no me veas los ojos.
Te pongo boca-abajo, con la extraña ilusión que soy yo quien manda, quien tiene el control.
Mientras no soy más que una marioneta que baila cuando mueves sus hilos.
Saboreo tu sexo, con devoción, como me enseñaste, como me encanta hacer.
Mis dedos se clavan en tu trasero, como queriendo atravesar la piel.
Te oigo hablarme, en mi cabeza sólo suena el deseo de querer morderte los labios.
Tus tacones se clavan en mi costado, me alertan, el dolor es algo lejano, en este mar de deseo.
Levanto la cabeza, y con una sola mirada de un segundo me ordenas que me ponga boca arriba.
Te sientas sobre mi cara, para que pueda hacer mejor mi tarea.
Siento como bailas sobre mi. Como te retuerces, como gimes.
Mi sexo a punto de explotar y tu no quieres renunciar a tus orgasmos.
Cuando te levantas, me escupes en la cara, con ese desprecio que tanto me enciende.
Te pongo a cuatro patas, penetrándote por el culo, lentamente.
Tu te agachas, ya que quieres que te la meta entera, nunca es suficiente, nunca.
Yo por fin llego al orgasmo, como un disparo que me atraviesa la columna vertebral.
Te pongo boca-abajo, con la extraña ilusión que soy yo quien manda, quien tiene el control.
Mientras no soy más que una marioneta que baila cuando mueves sus hilos.
Saboreo tu sexo, con devoción, como me enseñaste, como me encanta hacer.
Mis dedos se clavan en tu trasero, como queriendo atravesar la piel.
Te oigo hablarme, en mi cabeza sólo suena el deseo de querer morderte los labios.
Tus tacones se clavan en mi costado, me alertan, el dolor es algo lejano, en este mar de deseo.
Levanto la cabeza, y con una sola mirada de un segundo me ordenas que me ponga boca arriba.
Te sientas sobre mi cara, para que pueda hacer mejor mi tarea.
Siento como bailas sobre mi. Como te retuerces, como gimes.
Mi sexo a punto de explotar y tu no quieres renunciar a tus orgasmos.
Cuando te levantas, me escupes en la cara, con ese desprecio que tanto me enciende.
Te pongo a cuatro patas, penetrándote por el culo, lentamente.
Tu te agachas, ya que quieres que te la meta entera, nunca es suficiente, nunca.
Yo por fin llego al orgasmo, como un disparo que me atraviesa la columna vertebral.
De la nada, apareció.
Medio dormido.
Como quien no ha conciliado el sueño en varios lustros.
Diambulaba por habitación, intentando abrirme paso hasta la puerta.
Cuando la abrí la puerta, en penumbra, apareció ella como un espectro.
Con un abrigo largo, negro, brillante.
Me empujó hacia dentro del dormitorio.
Sin hablar se abrió el abrigo, su piel desnuda resplandecía como si tuviera luz propia.
Me quedé sin respiración.
Mi cerebro recibió un chute de sangre, mis pupilas se afilaron como diminutos agujeros.
Mi sangre comenzó a picar bajo la piel y mi cuerpo se electrizó.
Dejé de tener el control de mis actos.
Cuando no me podía ponerme más contra la pared, la ayudé a ponerse de rodillas, buscando un enorme bulto que apretaba mi pantalón.
La dejé hacer.
Mi respiración se aceleró, mis músculos se tensaron.
La tumbé en la cama desecha y mirándola a los ojos con un sobredeseo, la penetré, firme, lentamente, y con toda la fuerza que tiene el mar.
Durante horas sentí sus uñas destrozando mi espalda, los dientes apretaban la carne hasta saborear la sangre.
Al final, tras una extenuación extrema, me corrí en su boca, subcionadora, cálida y destructiva.
Ambos, agotados, extasiados y satisfechos, nos miramos con rencor, odio y deseo.
Se levantó y se fue, en el tiempo que pude parpadear.
Se llevó su abrigo rojo brillante, me dejó su aroma impregnado en la pie.
Como quien no ha conciliado el sueño en varios lustros.
Diambulaba por habitación, intentando abrirme paso hasta la puerta.
Cuando la abrí la puerta, en penumbra, apareció ella como un espectro.
Con un abrigo largo, negro, brillante.
Me empujó hacia dentro del dormitorio.
Sin hablar se abrió el abrigo, su piel desnuda resplandecía como si tuviera luz propia.
Me quedé sin respiración.
Mi cerebro recibió un chute de sangre, mis pupilas se afilaron como diminutos agujeros.
Mi sangre comenzó a picar bajo la piel y mi cuerpo se electrizó.
Dejé de tener el control de mis actos.
Cuando no me podía ponerme más contra la pared, la ayudé a ponerse de rodillas, buscando un enorme bulto que apretaba mi pantalón.
La dejé hacer.
Mi respiración se aceleró, mis músculos se tensaron.
La tumbé en la cama desecha y mirándola a los ojos con un sobredeseo, la penetré, firme, lentamente, y con toda la fuerza que tiene el mar.
Durante horas sentí sus uñas destrozando mi espalda, los dientes apretaban la carne hasta saborear la sangre.
Al final, tras una extenuación extrema, me corrí en su boca, subcionadora, cálida y destructiva.
Ambos, agotados, extasiados y satisfechos, nos miramos con rencor, odio y deseo.
Se levantó y se fue, en el tiempo que pude parpadear.
Se llevó su abrigo rojo brillante, me dejó su aroma impregnado en la pie.
miércoles, 23 de septiembre de 2015
Bajo la piel.
La locura se desató, cómo y dónde, no importa.
El cielo y el infierno se juntaron. Y al fin lo que se deseaba que pasara, ocurró.
No recuerdo si fueron horas o días, tal ver varias eternidades, y llegó el alba, amaneció.
El contacto fuel tal, que su aroma me impregnó, se me metió bajo la piel, que se hizo mio.
Ahora, vaya a donde vaya, ahaga lo que haga, siempre huelo su aroma.
Como una dulce tortura, que me recuerda lo que pasó, que alimenta mi deseo de que vuelva a ocurrir.
El cielo y el infierno se juntaron. Y al fin lo que se deseaba que pasara, ocurró.
No recuerdo si fueron horas o días, tal ver varias eternidades, y llegó el alba, amaneció.
El contacto fuel tal, que su aroma me impregnó, se me metió bajo la piel, que se hizo mio.
Ahora, vaya a donde vaya, ahaga lo que haga, siempre huelo su aroma.
Como una dulce tortura, que me recuerda lo que pasó, que alimenta mi deseo de que vuelva a ocurrir.
martes, 16 de junio de 2015
Soy un Animal
Todo sale. ASunque se oculte bajo toneladas de plomo.
El cielo gris ceniza sobre nuestras cabezas. un invierno que parece que nunca va a terminar, los días nos aplastan como a cualquier otro ser humano... NO.
Bajo esta apariencia gris, bajo mi piel la sangre hierve, tras esta máscara de mueca torcida, una sonrisa diabólica se esconde.
Bajo unas gafas de sol protejo a los demás, de la luz de mis felinos ojos.
Camino por las calles, pero en verdad son ellas las que recorren las lineas de mis venas.
Te busco, te acecho, recorro los lugares donde ya has estado, persiguiendo tu olor, ese inconfundible aroma de mujer fatal que desprendes.
Cada vez más ansioso, cada vez más excitado.
Cuando me acerco demasiado, las busbujas empiezan a aparecer bajo mi piel, mi carne se tersa, mis pupilas se convierten en rayos laser diminutas como cabezas de alfiler.
El cielo gris ceniza sobre nuestras cabezas. un invierno que parece que nunca va a terminar, los días nos aplastan como a cualquier otro ser humano... NO.
Bajo esta apariencia gris, bajo mi piel la sangre hierve, tras esta máscara de mueca torcida, una sonrisa diabólica se esconde.
Bajo unas gafas de sol protejo a los demás, de la luz de mis felinos ojos.
Camino por las calles, pero en verdad son ellas las que recorren las lineas de mis venas.
Te busco, te acecho, recorro los lugares donde ya has estado, persiguiendo tu olor, ese inconfundible aroma de mujer fatal que desprendes.
Cada vez más ansioso, cada vez más excitado.
Cuando me acerco demasiado, las busbujas empiezan a aparecer bajo mi piel, mi carne se tersa, mis pupilas se convierten en rayos laser diminutas como cabezas de alfiler.
jueves, 7 de mayo de 2015
Sigiloso
Casi sin hacer ruido me puse detrás de ti, no te extraño, ni te incomodó.
Tan cerca que podía notar el calor que desprendía tu cuerpo.
Tu podías saborear el aroma que desprrendía mi piel.
Casi sin tocarnos, la electricidad fluía en el aire.
Hicistes el amago de marcharte, pero yo te agarré del brazo, fuerte, muy fuerte, como queriéndote hacer daño.
Gruñistes y me enseñastes los dientes.
Mi mirada fría se clavó en tus ojos, no me inmuté, no aflojé la presión de mis manos.
Forzajeastes, en silencio, con cara de rabia.
Entonces mis manos buscaron tus muslos bajo la falda.
Me mordistes el labio, yo tragué tu saliva,
Mi cuerpo en tensión se avalanzó sobre ti y empezó el baile.
Te penetré casi con violencia, como estabas deseosa que hiciera.
Te giré y te tumbé sobre el suelo.
Era tanto el deseo, que la saliva sabía a sangre y la piel se llenó de arañazos.
Tan cerca que podía notar el calor que desprendía tu cuerpo.
Tu podías saborear el aroma que desprrendía mi piel.
Casi sin tocarnos, la electricidad fluía en el aire.
Hicistes el amago de marcharte, pero yo te agarré del brazo, fuerte, muy fuerte, como queriéndote hacer daño.
Gruñistes y me enseñastes los dientes.
Mi mirada fría se clavó en tus ojos, no me inmuté, no aflojé la presión de mis manos.
Forzajeastes, en silencio, con cara de rabia.
Entonces mis manos buscaron tus muslos bajo la falda.
Me mordistes el labio, yo tragué tu saliva,
Mi cuerpo en tensión se avalanzó sobre ti y empezó el baile.
Te penetré casi con violencia, como estabas deseosa que hiciera.
Te giré y te tumbé sobre el suelo.
Era tanto el deseo, que la saliva sabía a sangre y la piel se llenó de arañazos.
domingo, 12 de abril de 2015
Yo soy quien te visita.
Cada noche, espero que la oscuridad lo invada todo, que el silencio se adueñe de todo.
No existe el movimiento, ya no existe la gente en la calle, los gatos se van a dormir.
Entonces es cuando me cuelo en tu cama, acaricio tu piel cálida, que se estremece.
Con sigilo, con cuidado, con manos de seda te despojo de tu ropa interior y primero, me acerco, a una pulgada de tu piel, me baño en tu aroma y mi lengua empieza a jugar, primero grandes círculos, sin hacer casi presión, intuyendo la presencia.
Más tarde, saboreo tus labios, tu vello, tu piel, tu miel.
Abres la piernas, en ese durmevela en la que aparecen los mejores sueños, acarro tus glúteos y me sumerjo en ti, hasta poder nadar en tus flujos.
Los cuerpos ya no se existen, se funden en una lucha de saliva, piel y uñas.
Yo soy quien en tus sueños te saborea, te supciona, te lame, te bebe.
No existe el movimiento, ya no existe la gente en la calle, los gatos se van a dormir.
Entonces es cuando me cuelo en tu cama, acaricio tu piel cálida, que se estremece.
Con sigilo, con cuidado, con manos de seda te despojo de tu ropa interior y primero, me acerco, a una pulgada de tu piel, me baño en tu aroma y mi lengua empieza a jugar, primero grandes círculos, sin hacer casi presión, intuyendo la presencia.
Más tarde, saboreo tus labios, tu vello, tu piel, tu miel.
Abres la piernas, en ese durmevela en la que aparecen los mejores sueños, acarro tus glúteos y me sumerjo en ti, hasta poder nadar en tus flujos.
Los cuerpos ya no se existen, se funden en una lucha de saliva, piel y uñas.
Yo soy quien en tus sueños te saborea, te supciona, te lame, te bebe.
jueves, 9 de abril de 2015
ὀργασμός
A oscuras, medio dormido, medio soñando.
Mi piel se tersa, en mi mente se dibuja un rostro, el tuyo, recuerdo la calidez de tus piernas apretando mi cara, con dolor, con placer.
Poderoso es el deseo que me esclaviza, mi miembro endurece como hacía tiempo que no hacía, como no hace con otras.
Aún tengo tu sabor en mi boca, en mi recuerdo, que me torutra con mil agujas clavándose lo más adentro.
Todos los días tengo mi momento para autoflagelarme, todos los días, sin que falte ninguno, me acuerdo de tu pelo, de tu piel, de tus curvas.
El movimiento frenético de las imágenes en mi mente me dejan sin respiración, me muerdo por dentro, como si fueran tus labios los que saboreo.
El recuerdo me asesina, el recuerdo me mantiene vivo, el recuerdo es un tren que arrolla todo lo correcto.
Por fin me vacío en tu honor, nunca gozo tanto, como cuando el recuerdo me posee.
Mi piel se tersa, en mi mente se dibuja un rostro, el tuyo, recuerdo la calidez de tus piernas apretando mi cara, con dolor, con placer.
Poderoso es el deseo que me esclaviza, mi miembro endurece como hacía tiempo que no hacía, como no hace con otras.
Aún tengo tu sabor en mi boca, en mi recuerdo, que me torutra con mil agujas clavándose lo más adentro.
Todos los días tengo mi momento para autoflagelarme, todos los días, sin que falte ninguno, me acuerdo de tu pelo, de tu piel, de tus curvas.
El movimiento frenético de las imágenes en mi mente me dejan sin respiración, me muerdo por dentro, como si fueran tus labios los que saboreo.
El recuerdo me asesina, el recuerdo me mantiene vivo, el recuerdo es un tren que arrolla todo lo correcto.
Por fin me vacío en tu honor, nunca gozo tanto, como cuando el recuerdo me posee.
martes, 7 de abril de 2015
Esa pequeña obesión
La cordura es una opción ya perdida, camino a oscuras. Buscando, buscándote.
Cierro los ojos, así te veo mejor, la piel es seda que mis dedos vacios acarician, mi pulso se acelera y mi respiración cada vez se parece más a la de un pura sangre.
Recuerdo los momentos, los sabores, los olores, lo recuerdo como si estuvieras aquí y yo con los dedos mojados, con tu sabor en mis labios.
Esa pequeña obsesión imperceptible que acabará por volverme loco.
Por volverme más loco aún.
Cierro los ojos, así te veo mejor, la piel es seda que mis dedos vacios acarician, mi pulso se acelera y mi respiración cada vez se parece más a la de un pura sangre.
Esa pequeña obsesión imperceptible que acabará por volverme loco.
Por volverme más loco aún.
sábado, 7 de febrero de 2015
El frío que prende mi alma
Cuando todo a mi alrededor se queda congelado, quieto, petrificado.
Mi mente a mil revoluciones recorre todos los caminos probables.
Me siento agotado por estar pensadote toda la noche, por buscarte durante todo el día.
Mi piel se resquebraja y se tensa.
Mis ojos, ya perdidos, están abiertos, pero no ven más allá de mi piel adentro.
Camino, camino, camino y camino todos los caminos de mi mente para recordar tu imagen que se mezcla con mi deseo.
Mi mente a mil revoluciones recorre todos los caminos probables.
Me siento agotado por estar pensadote toda la noche, por buscarte durante todo el día.
Mi piel se resquebraja y se tensa.
Mis ojos, ya perdidos, están abiertos, pero no ven más allá de mi piel adentro.
Camino, camino, camino y camino todos los caminos de mi mente para recordar tu imagen que se mezcla con mi deseo.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Cuando me siento derrotado
A veces me siento derrotado, como todos, imagino.
Cansado, agotado, sin motivación, sin fuerzas.
Sólo tengos ganas de acurrucarme en un rincón y olvidarme de que existo.
Pero eso no es lo que tan duramente aprendí.
Recozo mis trocitos, limpio lo ensuciado, me visto con mis mejores ropajes y me echo a la calla, a deborar la noche. A beberme los ojos.
Por que aquí estoy yo de nuevo, con la cabeza bien alta y con ganas de que me intenten tumbar de nuevo.
Cansado, agotado, sin motivación, sin fuerzas.
Sólo tengos ganas de acurrucarme en un rincón y olvidarme de que existo.
Pero eso no es lo que tan duramente aprendí.
Recozo mis trocitos, limpio lo ensuciado, me visto con mis mejores ropajes y me echo a la calla, a deborar la noche. A beberme los ojos.
Por que aquí estoy yo de nuevo, con la cabeza bien alta y con ganas de que me intenten tumbar de nuevo.
lunes, 3 de noviembre de 2014
Me prometí que...
Una de esas tantas promesas que nunca cumplo.
Una de eas derrotas que me hacen sentir más perdedor aún.
Me prometí no volver a pensar en ti, a no desearte en silencio, en no tenrsar mi carne imaginando poseerte como un animal salvaje.
Me prometí no desvelarme más por culpa de tus ojos, de tu mirada.
Araño mi piel con cristales rotos, me aclaro la vista con todas las oscuridades, sueño cada día con un amanecer nuevo.
Prometí no pensarte, no desearte, no anhelarte.
Me prometí...
Como tantas otras veces...
Una de eas derrotas que me hacen sentir más perdedor aún.
Me prometí no volver a pensar en ti, a no desearte en silencio, en no tenrsar mi carne imaginando poseerte como un animal salvaje.
Me prometí no desvelarme más por culpa de tus ojos, de tu mirada.
Araño mi piel con cristales rotos, me aclaro la vista con todas las oscuridades, sueño cada día con un amanecer nuevo.
Prometí no pensarte, no desearte, no anhelarte.
Me prometí...
Como tantas otras veces...
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