lunes, 22 de febrero de 2016

Donde menos te lo esperas.

El arte siempre ha sido un lugar donde refugiarse.
Una exposición rodeado de gente guapa, rica e importante.

Yo allí, con mis zapatos sucios y mis colmillos relucientes.
Me paseo con una copa en la mano, una media sonrisa y poca conversación, me gutsa escuchar, escuchar mientras analizo.
Ella me habla, con una enorme sonrisa, no deja de tocarme, yo no reacciono, pero la miro fijo a los ojos. Por fin le regalo una sonrisa, apuro mi copa y me dirijo hacia la puerta.

Llegamos a uno de mis antros, olvidado, lleno de nadie, pido algo en botella, ella me sigue el juego.
Y decidimos perdernos en otro agujero más atestado de gente, donde la depravación camina sin correa, baila, juega, tontea con mujeres y con hombres, yo desde lejos observo.

Me arrastra a mi guarida, no es hora de hacerle más kilómetros al asfalto.

Soy un caballero, le cedo mi catre, ella me viene a buscar, me desnuda levemente y vemos amanecer entre saliva, sudor y marcas de dientes.

Me gusta el arte y más si tiene cuerpo de mujer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario