Cada noche, espero que la oscuridad lo invada todo, que el silencio se adueñe de todo.
No existe el movimiento, ya no existe la gente en la calle, los gatos se van a dormir.
Entonces es cuando me cuelo en tu cama, acaricio tu piel cálida, que se estremece.
Con sigilo, con cuidado, con manos de seda te despojo de tu ropa interior y primero, me acerco, a una pulgada de tu piel, me baño en tu aroma y mi lengua empieza a jugar, primero grandes círculos, sin hacer casi presión, intuyendo la presencia.
Más tarde, saboreo tus labios, tu vello, tu piel, tu miel.
Abres la piernas, en ese durmevela en la que aparecen los mejores sueños, acarro tus glúteos y me sumerjo en ti, hasta poder nadar en tus flujos.
Los cuerpos ya no se existen, se funden en una lucha de saliva, piel y uñas.
Yo soy quien en tus sueños te saborea, te supciona, te lame, te bebe.
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