Cuando el invierno ataca, con sus vientos, sus heladas, su blanco sucio ensuciando la pradera.
Es hora de refugiarse, disfrutar de lo cazado, de lo vivido, de lo trabajado.
Uno lame sus cicatrices, peinas sus canas, revisa y repasa su artillería.
Sonriente y cálido me hayo, seguro y cansado.
Lamo mis heridas, me recuesto dolorido.
Recuperando fuerzas, para volver a salir a cazar.
domingo, 28 de febrero de 2016
lunes, 22 de febrero de 2016
Donde menos te lo esperas.
El arte siempre ha sido un lugar donde refugiarse.
Una exposición rodeado de gente guapa, rica e importante.
Yo allí, con mis zapatos sucios y mis colmillos relucientes.
Me paseo con una copa en la mano, una media sonrisa y poca conversación, me gutsa escuchar, escuchar mientras analizo.
Ella me habla, con una enorme sonrisa, no deja de tocarme, yo no reacciono, pero la miro fijo a los ojos. Por fin le regalo una sonrisa, apuro mi copa y me dirijo hacia la puerta.
Llegamos a uno de mis antros, olvidado, lleno de nadie, pido algo en botella, ella me sigue el juego.
Y decidimos perdernos en otro agujero más atestado de gente, donde la depravación camina sin correa, baila, juega, tontea con mujeres y con hombres, yo desde lejos observo.
Me arrastra a mi guarida, no es hora de hacerle más kilómetros al asfalto.
Soy un caballero, le cedo mi catre, ella me viene a buscar, me desnuda levemente y vemos amanecer entre saliva, sudor y marcas de dientes.
Me gusta el arte y más si tiene cuerpo de mujer.
Una exposición rodeado de gente guapa, rica e importante.
Yo allí, con mis zapatos sucios y mis colmillos relucientes.
Me paseo con una copa en la mano, una media sonrisa y poca conversación, me gutsa escuchar, escuchar mientras analizo.
Ella me habla, con una enorme sonrisa, no deja de tocarme, yo no reacciono, pero la miro fijo a los ojos. Por fin le regalo una sonrisa, apuro mi copa y me dirijo hacia la puerta.
Llegamos a uno de mis antros, olvidado, lleno de nadie, pido algo en botella, ella me sigue el juego.
Y decidimos perdernos en otro agujero más atestado de gente, donde la depravación camina sin correa, baila, juega, tontea con mujeres y con hombres, yo desde lejos observo.
Me arrastra a mi guarida, no es hora de hacerle más kilómetros al asfalto.
Soy un caballero, le cedo mi catre, ella me viene a buscar, me desnuda levemente y vemos amanecer entre saliva, sudor y marcas de dientes.
Me gusta el arte y más si tiene cuerpo de mujer.
miércoles, 10 de febrero de 2016
Mi mayor depravación.
Nunca me he considerado un anormal, un enfermo, un fetichista extremo.
Tengo mis gustos, como no, mis preferencias, mis hoquedades preferidas, mis tempos, mis aperos...
Pero a veces, cuando me masturbo emocionalmente, practico mi mayor depravación, que es la abstiencia.
Mujeres cruzan sus miradas con mis ojos de lobo, aparto la mirada líbida y clavo mis ojos frios como colmillos.
Mientras mis pensamientos vuelan, mis manos ya no juegan.
Depravado, que soy un depravado.
Tengo mis gustos, como no, mis preferencias, mis hoquedades preferidas, mis tempos, mis aperos...
Pero a veces, cuando me masturbo emocionalmente, practico mi mayor depravación, que es la abstiencia.
Mujeres cruzan sus miradas con mis ojos de lobo, aparto la mirada líbida y clavo mis ojos frios como colmillos.
Mientras mis pensamientos vuelan, mis manos ya no juegan.
Depravado, que soy un depravado.
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